Pues viene a ser el mismo concepto que con la sal
refinada.
Moraleja, los alimentos, mejor en su estado puro y natural. Os dejo un
extenso artículo muy interesante. Por supuesto hay mucha más información
por ahí.
Saludos.
extraído de
http://jimzall.mx.tripod.com/AZUCARAZÚCAR BLANCA - DULCE VENENO
AZÚCARES
“Todo lo que usted siempre ha querido saber acerca de la Nutrición”. Dr. David Reuben.
Editorial Diana. Páginas 207 a 235. México DF. 1981
¿Se puede considerar el azúcar como un alimento?
Imposible, porque el azúcar blanca
refinada,
no es un alimento. Es una sustancia química pura, extraída de fuentes
vegetales, más pura de hecho que la cocaína a la cual se parece en
muchos aspectos.1 Su verdadero nombre es sucrosa o sacarosa, y su
fórmula química es C12H22O11. Tiene doce átomos de carbono, veintidós de
hidrógeno y once de oxígeno y absolutamente nada más que ofrecer. El
azúcar
refinada no tiene vitaminas, no
tiene minerales2 útiles, no tiene enzimas, no tiene microelementos, no
tiene fibra, no tiene proteínas no tiene grasas y no es de ningún
beneficio en la alimentación humana. De no ser por todo esto, es buena.
......
1.- ¿Le parece extraña la comparación entre el azúcar y la cocaína? Veámoslo más detenidamente:
1. El azúcar es un polvo blanco y cristalino altamente refinado, también lo es la cocaína.
2.
La fórmula química de la cocaína es C17H21NO4. La fórmula el azúcar es
C12H22O11. Desde el punto de vista práctico la diferencia es que al
azúcar le falta el átomo del nitrógeno.
3. Las dos se derivan de fuentes vegetales comunes.
4. Las dos son sustancias químicas poderosas que producen fuertes efectos físicos y emocionales.
5. Tanto el azúcar como la cocaína producen dependencia psicológica más no adicción.
6. La cocaína no está asociada médicamente con ninguna enfermedad física seria.
El
azúcar, en cambio, interfiere en los ataques cardiacos, en la obesidad,
en la diabetes, en la insuficiencia renal, en las caries dentales y en
la ceguera… sólo para citar unas cuantas.
7. Importar cocaína
refinada a Estados Unidos es un delito federal. Importar azúcar refina a Estados Unidos es un delito federal.
8. Una cantidad infinitesimal de hierro presente como una impureza no se puede calificar como “mineral útil”.
Pero
entonces ¿El azúcar no es una fuente excelente de energía? Si lo es,
pero no del tipo de energía que usted desea. La venta de azúcar es un
gran negocio, uno de los negocios más grandes de la industria
alimenticia en todo el mundo. Las ventas de azúcar, sólo en estados
Unidos, llegan a los quince mil millones de kilos al año; si se vende
aproximadamente a cuarenta centavos de dólar el kilo a precio de
mayoreo, esto suma sesenta mil millones de dólares anuales. No está mal.
Por eso la industria azucarera tiene un batallón de grupos de presión (
perdón ahora se les llama “compañías de relaciones públicas”) para
convencer al público de que el azúcar
refinada
es buena para su salud. Estas organizaciones de vanguardia tienen
nombres muy elegantes, como “Seminario para una mejor nutrición”,
“Consejo para el aprovechamiento de los alimentos” y otros seudónimos
ligeramente confusos. Publican grandes anuncios en los que le dicen al
consumidor que el azúcar es la mejor fuente de “energía”.
En la
forma en que están redactadas esos anuncios, uno pensaría que el azúcar
proporciona esa vitalidad, ese entusiasmo, esa efervescencia, usted
sabe, esa ¡ENERGIA!
No, la única energía que proporciona consiste en
calorías. Pero no es la culpa de ellos que usted no comprenda bien,
¿verdad? A propósito esa tigresa domada, conocida como la Comisión
Federal de Comercio, les ha dado un manotazo a los grupos azucareros,
por sugerir que el azúcar
refinada es
buena. La verdad es que el azúcar lo único que hace es engordar y,
todavía peor, si usted se siente cansado y falto de vigor, un terrón de
azúcar
refinada lo único que hará será hacerlo sentir más aletargado y le provocará un apetito voraz.
¿Cómo es posible que el azúcar nos haga sentir aletargados?
Muy fácil. La sucrosa, o sea, el azúcar blanca
refinada,
es una combinación de dos azúcares simples, la glucosa y la fructuosa.
Existe una enzima en los intestinos conocida como sucrasa que descompone
rápidamente la sucrosa en glucosa y fructuosa. La corriente sanguínea
absorbe la glucosa y el exceso de ésta se almacena en el hígado. La
glucosa es la gasolina del cuerpo y debe existir una cantidad constante
de ella para poder realizar cualquier trabajo, como es el funcionamiento
de los músculos, los movimientos físicos, la digestión, los latidos del
corazón, hasta el acto de pensar. Como resultado, se llevan a cabo una
serie de mecanismos complejos en el organismo, para mantener en un mismo
nivel. La concentración de la glucosa dentro de la corriente sanguínea.
Esta concentración es de un promedio de cien miligramos de glucosa por
cada cien mililitros de sangre, lo cual viene a ser, aproximadamente, un
gramo de azúcar por cada litro. Si la concentración del azúcar en la
sangre sube de este nivel, el páncreas empieza a liberar una sustancia
química llamada insulina, para neutralizar la glucosa y bajar su nivel
en la sangre. Si la concentración de glucosa en la sangre baja mucho el
hígado, donde hay glucosa almacenada, libera este azúcar en forma de una
sustancia llamada glucógeno.
Teniendo este mecanismo básico en mente, es fácil darse cuenta de cómo el azúcar
refinada
afecta al organismo. Digamos que usted ha tenido un día muy difícil en
la oficina, y a las tres de la tarde usted se siente exhausto, pero
todavía faltan dos horas para salir. Entonces usted recuerda los
anuncios de páginas completas que hablan de que “el azúcar es energía”.
Usted lo cree y se bebe una taza de café con mucha azúcar y, quizá se
devore dos barras de caramelo al mismo tiempo. Acaba de congestionar su
organismo con casi cien gramos de azúcar pura y la glucosa de su sangre
de repente sube hasta ciento ochenta miligramos por ciento. Se ha
ocasionado usted mismo una “diabetes temporal”, o expresado con más
delicadeza una hiperglucemia. Usted se siente débil, cansado y
totalmente carente de energía. Si tiene suerte, su páncreas empezará
desesperadamente a producir insulina, para contrarrestar la sobredosis
de azúcar y, en una hora, más o menos, se empezará a sentir mejor.
Probablemente habrá gastado un dólar, le habrá extraído a su páncreas su
preciosa insulina, y se habrá saturado de setecientas cincuenta
calorías que no necesitaba, ni deseaba. Además, la cantidad exagerada de
insulina secretada por el páncreas ocasiona que usted empiece a sentir
un hambre increíble. ¿Se siente que lo engañaron? Claro que sí.
Pero,
¿Cómo es que el azúcar ha llegado a ser un negocio tan grande? No
siempre fue así. Al principio era tan popular en la alimentación como
las lenguas de colibrí, y mucho más cara. En 1300, cuando se introdujo
por primera vez en Europa proveniente de la India, medio kilo de azúcar
le hubiera costado el equivalente a diez mil dólares. En un gran
banquete, probablemente el rey espolvoreaba unos cuantos gramos de la
sustancia blanca en sus costillas de cordero. A medida que pasó el
tiempo y la producción aumentó, el precio empezó a bajar. Se
establecieron plantaciones azucareras gigantescas en las Antillas y se
plantó remolacha en Inglaterra. Ya en 1850 el azúcar era barata y
existía en abundancia, para envenenar a las masas. En 1975 el azúcar
refinada se ha convertido en el adulterante más común que se usa en la mayor parte de la industria procesadora de alimentos.
Espere.
¿Qué quiere usted decir con “para envenenar a las masas” y “el
adulterante más común”? ¿No es eso demasiado fuerte? Si quiere la
verdad, no es demasiado fuerte. Originalmente el azúcar se usaba como
agente dulcificante. Pero desde hace cincuenta años se ha estado usando
para adulterar los alimentos. Consultemos el Taber’s Cyclopedic Medical
Dictionary en la página A-26 para la definición de “adulterante” : “Es
aquello que adultera o debilita una sustancia”. En la mayoría de las
harinas preparadas para pasteles y galletas encontrará más azúcar que
harina. El helado y todas sus versiones inferiores, entre las leches
malteadas, las imitaciones de leches malteadas, las imitaciones de
helado, los postres helados, las imitaciones de postres helados, tienen
una cosa en común: casi siempre contienen más azúcar
refinada
que cualquier otro ingrediente, incluso que “crema”. ¿Cómo es eso?
Porque el azúcar es el alimento común más pesado que existe. Y es
barata. Las harinas preparadas se venden por peso, lo dice en la caja
para que uno piense que, si la caja viene a la mitad, lo están engañando
a uno (¿no es así?). Una taza de harina pesa cien gramos. Una taza de
azúcar pesa doscientos.
Se necesita más o menos cuatro tazas y media de harina para llenar la caja de harina preparada y cuarto de azúcar
refinada.
Y entonces, la industria de la alimentación vende al mismo precio la
mitad del producto. Es una buena utilidad. El azúcar también se usa para
adulterar el cereal para el desayuno.
¿Qué le hace pensar eso? El
diccionario médico dice que el cereal es “gramos comestibles”. La
etiqueta en la caja típica de “cereal” dice “cereal”. La etiqueta en el
costado de la caja de uno de los “cereales” que más se venden, admite
que éste contiene 49.38 por ciento de “sucrosa y otros azúcares”. Por
definición “la sucrosa y otros azúcares” son adulterantes en el “cereal”
de caja. ¿Preguntas?.
El azúcar también se usa para adulterar el
pan. El “pan blanco enriquecido” que venden en el supermercado contiene
alrededor del diez por ciento de azúcar
refinada.
Su propósito es hacer al producto más dulce y pesado, ya que el pan
también se vende por peso. También encubre el sabor horroroso de la
harina
refinada y de las diversas sustancias químicas que le agregan. Si el pan está “enriquecido” con algo es con azúcar
refinada. En esta forma el azúcar se usa para adulterar el pan.
También
se encuentra el azúcar como ingrediente prominente en muchos otros
alimentos en los que no tienen por qué estar. ¿Cuando usted hace sopa en
casa, le agrega azúcar? ¿O a la mayonesa? ¿A las galletas saladas? ¿A
las verduras frescas? Los procesadores de alimentos añaden azúcar a
todos los productos. El azúcar también es un ingrediente prominente en
cada uno de los siguientes alimentos semipreparados, o ya preparados.
Crema de cacahuate (maní), alimentos para el bebé, salsa para
tallarines, comidas congeladas, pizza congelada, aderezos para
ensaladas, algunos cafés instantáneos, postres de gelatina, verduras
enlatadas, jugo de tomate, salchichas y esos polvos de colores
brillantes que se usan para preparar bebidas con sabor a frutas para los
niños.
Pero, ¿el azúcar no es necesaria para endulzar esos
productos? Sea usted mismo el juez. Tomemos un producto que la mayoría
de los norteamericanos usan por lo menos una vez al día. Tiene varios
nombres: “Crema instantánea de origen vegetal para cafés”, “sustitutivo
de crema para café” y muchos otros nombres. Si uno no quiere ponerle
leche al café, le pone este polvito. Parece leche en polvo, y mucha
gente lo usa en vez de azúcar o crema. Usted sabe, quieren ingerir menos
calorías. Pero ese es su primer error.
¿Por qué es un error?
Consultemos una lista típica de ingredientes: Sólidos de miel de maíz,
grasa vegetal, caseinato de sodio, fosfato de potasio, monoglicéridos,
aluminato sílico de sodio, trifosfato de sodio, caroteno beta y
riboflavina. Esa mezcla podría haber salido del juego de química de un
niño, pero eso no es lo que nos importa más ahora. Si usted le pone eso a
su café para reducir su ingestión de azúcar se llevará una gran
sorpresa, porque básicamente es azúcar. “Sólidos de miel de maíz” es una
forma furtiva de tratar de disimular que el ingrediente dominante del
producto es una forma barata de dextrosa, conocida también como glucosa.
(Por cierto que el “aceite vegetal” o “grasa vegetal” de seguro no es
otra cosa que aceite de coco3). Una cucharadita de este producto es más o
menos media cucharadita de azúcar y media cucharadita de aceite de
coco. ¡Vaya! Las otras sustancias químicas están presentes para evitar
que el producto se vuelva color café, o gomoso, o que en alguna forma
traicione su vulgar origen ¿Calorías? Más o menos doce por cucharadita, o
sea, el doble que si le pusiera leche. La próxima vez que una mesera o
azafata le presente ese producto para su café, mejor pídale leche
natural.
Se estará haciendo a si mismo un favor. Una rápida revisión a
los productos alimenticios más comunes le mostrará lo fácil que es
llegar a los setenta y cinco kilos de azúcar, que la mayoría de los
norteamericanos consume al año. 4 (Yo nunca tomo azúcar
refinada, y probablemente usted tampoco tomará tanta, como antes, cuando termine de leer este capítulo).
Las
bebidas de cola proporcionan el ciento por ciento de sus calorías del
azúcar que contienen. A veces las madres se sienten culpables y les dan a
sus hijos esos concentrados en polvo para preparar bebidas con sabor a
frutas. Eso está mejor, solamente proporcionan el noventa y ocho por
ciento de las calorías del azúcar que contienen. Los padres que creen en
los comerciales de la televisión, en cuanto vieron el anuncio,
cambiaron en seguida a las bebidas de naranja que vienen en polvo, sabe a
que tipo de bebida me refiero, ¿verdad? Esas, reducen la ingestión de
azúcar en los niños a …, noventa y ciento por ciento de las calorías
contenidas. Les diré que, si desean reducir la ingestión de azúcar de
sus niños, para disminuir el porcentaje de calorías que reciben, es
mejor darles una barra de chocolate en el desayuno, en lugar de una de
esas bebidas. Con la barra de chocolate solamente ingerirán alrededor de
un treinta por ciento de azúcar.
3. Si le sirve de consuelo, yo no
creo que lo sea, pero en fin, pronto se forzará a las compañías
procesadoras de alimentos a especificar exactamente que tipo de “grasa
vegetal” le están poniendo a la comida. Será interesante ver los
resultados.
4. A menos que se especifique otra cosa, esta cifra, al
igual que todas las otras que se refieran al “azúcar”, se refiere a su
vez a todas las formas de azúcar
refinada: sucrosa, dextrosa, maltosa, lactosa, etcetera.
5.
Sería mejor darle simplemente una manzana o una naranja de verdad. Pero
hay que explicarle lo que es, ya que no hay ningún anuncio en la
televisión que diga: “Esta es una fruta de verdad. No te hará ningún
daño”.
¿Ya está cansado de postes dulces como los bizcochos que se
hacen con harina ya preparada? Está bien, cambie a una marca popular de
postre de gelatina, ligero, delicioso y con sabor a frutas. Pero no
espere ingerir menos azúcar. Bocado tras bocado usted ingiere el doble
de azúcar con la gelatina de sabores. La harina preparada para bizcochos
contiene alrededor de un treinta y tres por ciento de azúcar. ¡Espero
que tenga un páncreas fuerte! ¿Y cómo empezó este negocio del azúcar en
todos los productos? Bueno, además de ser barata y pesado, el azúcar es
una buena amiga, de los procesadores en muchos otros aspectos. Disimula
el sabor de ingredientes inferiores y, a veces, hasta en estado de
descomposición. La carne para almuerzo que probablemente uno no podría
tomar en otra forma, casi sabe bien cuando se le agrega azúcar. Las
cadenas de restaurantes de comidas rápidamente aman el azúcar. La ponen
en la carne molida inferior, en los hot dogs, en el pollo frito, en los
hot cakes, en las tortas de pescado y en casi todo. Si tienen suficiente
azúcar (y sal), la mayoría de los alimentos de rápida preparación saben
lo suficientemente bien como para comerlos. Pero el truco más sucio, en
lo que se refiere al azúcar, se les juega a los consumidores más
inocentes e indefensos de todos.
¿A quienes?
A los bebes. Las
compañías gigantescas que elaboran “alimentos” para bebés, saben dos
cosas importantes referente a la venta de estos productos. En primer
lugar, tienen que hacer que los bebés se coman sus productos. Y eso es
un problema. La “comida” para bebés está sobrecocinada, sobreprocesada,
es simple y no tiene sabor. Por eso es tan esponjosa, pastosa y
espantosa a la vista. Pero el ingrediente secreto es el azúcar. Una
buena cantidad de azúcar hace que las verduras, las frutas, y todo lo
demás que se prepara para el bebé, sea más aceptable para éste y,
particularmente, para la mamá. Si los niños se comen esta pasta salada
impregnada de azúcar, que pasa por “alimento” para el bebé, la mamá se
siente feliz. Da de comer a su bebé más rápido y fácil y le queda tiempo
para sus interminables tareas. Pero existe, además, otra ventaja
comercial para agregar azúcar a la “comida” para bebé, lo engorda. Hace
setenta y cinco años la tuberculosis era un problema serio de salud, y
uno de los síntomas obvios de esta enfermedad era una grave falta de
peso. En esa época los niños gordos estaban libres de tuberculosis.
Aunque hoy día la tuberculosis está bajo control, a las madres modernas
todavía les gustan los bebés gordos. Y los pediatras lo pesan en cada
visita y anotan su peso en su registro especial. Los niños que se
alimentan con “comida” especial ya preparada, para bebés, son gordos y
los bebés gordos producen utilidades. Pero, ¿en realidad los bebes
gordos están sanos? No. Los niños delgados son sanos. Los bebés gordos
serán adultos gordos. Los adultos gordos tienden a ser adultos muertos.
El azúcar no tiene por qué estar en los alimentos del bebé. Y solamente
hay otro alimento en el que el azúcar hace más daño, que en los llamadas
“alimentos” para bebé.
¿Cuál es? En las fórmulas para lactantes.
Sólo existe un alimento nutritivamente adecuado para los lactantes: la
leche humana. Es perfecta desde todos los aspectos, tanto para la madre
como para el recién nacido. Nada más no hay utilidades de la venta de
leche materna, y si las hay, inmensas, en la venta de leches de
imitación, conocidas como “fórmulas para lactantes”. Son baratas en su
elaboración, duran indefinidamente y se venden a precios muy altos.
Engordan a los bebés, le hacen más fácil la vida a la madre y enriquecen
a las compañías que las venden pero no son buenas para los bebés.
Pero
si no son buenas para los bebés ¿Cómo es que las venden tanto y cómo es
que los pediatras las recomiendan? Porque los pediatras no son expertos
en nutrición. Son hombres y mujeres bien intencionados que trabajan
intensamente, en su diaria lucha contra la enfermedad. La mayor parte de
ellos simplemente no tienen el tiempo, o los antecedentes necesarios,
para dedicarse a estudiar una mejor nutrición para que los bebés crezcan
más sanos. Además, los vendedores de leche artificial les llevan la
ventaja. En la actualidad, cuando una madre sale del hospital, en
Estados Unidos, le dan gratis una gran caja de leche artificial, para
que la madre se la dé al bebé y este se aficione a ella. Una de las
compañías internacionales más grandes que elabora “formulas para
lactantes”, hasta contrata mujeres vendedoras y las viste como
enfermeras, para que recorran las atrasadas poblaciones africanas,
diciéndoles a las madres que su leche enfermará a los bebés, y que su
única esperanza es comprar la fórmula artificial.
Veamos que
contienen estas leches artificiales, para poder juzgar. El ingrediente
básico de estas “fórmulas”, es leche de vaca descremada y desecada. El
segundo ingrediente, generalmente, es lactosa, un tipo de azúcar
refinada
compuesta de glucosa y galactosa. El siguiente ingrediente en orden de
cantidad es nuestro viejo amigo el aceite de coco. ¡Uf! Ingiera una
mezcla de leche descremada en polvo, azúcar y aceite de coco durante el
día y comprenderá por qué su bebé la escupe. El resto de la larga lista
de vitaminas y minerales artificiales está presente en la mezcla en
cantidades infinitesimales. La única razón por la que los bebés beben
estas fórmulas, es porque ellos no pueden salirse de la cuna e ir al
refrigerador para buscar algo decente que comer. Y, es más, las
“fórmulas para lactantes” y los “alimentos” para bebé que contienen
sobre dosis de azúcar predisponen a los chicos a cosas peores.
¿A qué cosas?
A
una vida de adicción al azúcar. Una vez que el sabor de los alimentos
endulzados en extremo queda grabado en el paladar del niño, permanece
ahí para siempre. El niño promedio norteamericano consume al año más de
diez kilos de dulces y caramelos, casi quinientas botellas de bebidas
endulzadas y doscientas piezas de chicle para mascar endulzado. La
mayoría de los adultos no ingieren nada que no esté muy azucarado, desde
vino, cerveza y cocteles, hasta bocadillos, refrigerios y verduras
congeladas. (Si, la cerveza contiene mucha azúcar, se llama maltosa).
Estas son malas noticias para todos, excepto para los que venden azúcar.
Uno de los aspectos de estas malas noticias son las caries dentales. El
costo de los tratamientos dentales actualmente, en Estados Unidos,
llegan a seis millones de dólares. Y la tasa de dientes cariados aumenta
tan rápido, que si los dentistas del país trabajan veinticuatro horas
diarias, durante los siete días de la semana, tapando dientes cariados,
al final del año habría la misma cantidad de dientes esperando ser
tapados, que los que había al principio del año. Viéndolo de otra
manera, en cada cien hombres que entran al servicio militar en Estados
Unidos, los dentistas militares tapan seiscientos dientes, hacen ciento
doce extracciones y colocan cuarenta piezas dentales postizas. La causa
principal de las caries dentales, la constituye el azúcar
refinada en la alimentación.
¿Qué lo hace estar tan seguro de eso?
Solamente
eche una ojeada a las revistas médicas y estará tan seguro como yo. El
gobierno inglés hizo uno de los estudios dentales que se consideran
clásicos, en las islas de Tristán da Cunha, en medio del océano
Atlántico, entre Africa y Sudamérica. Debido a su aislamiento durante
tantos años, los nativos de las islas subsistían a base de pescado y
papas. No consumían azúcar
refinada y los
dentistas oficiales de la Marina Inglesa los revisaban periódicamente.
En 1938 no se encontró ningún primer molar cariado en los residentes que
tenían menos de veinte años, en toda la isla. En 1962, los nativos de
las islas ya tomaban medio kilo de azúcar por persona a la semana, más o
menos una tercera parte de los que toma un norteamericano en promedio.
Entonces, la mitad de los nativos tenían caries.
Pero ese es solo un
ejemplo ¿no es así? Si, pero ¿quiere algunos más? Existen más de cien
estudios, casi iguales, llevados a cabo en Ghana, Sudáfrica, Estados
Unidos, Inglaterra, Austria, Suecia, Noruega y en otras dos docenas de
países. En todos los casos los resultados han sido los mismos: el azúcar
refinada produce caries dentales, muy rápido.
¿Cree
usted que tiene sentido gastar cientos de millones de dólares en
agregar al agua, y a las pastas dentales, pequeñas cantidades de una
sustancia química venenosa, el fluoruro cuando satura su boca con tales
cantidades de azúcar, que dañan la dentadura?
Hay una solución más segura y efectiva: dejar de ingerir azúcar
refinada.
Y dejar de darle a los niños alimentos adulterados con azúcar. Por
cierto, ¿qué tomaron hoy en el desayuno? ¿No sería uno de esos cereales
azucarados, de marca reconocida a nivel nacional, con todo ese blablabla
nutritivo en la etiqueta? Una de las compañías que hace uno de esos
cereales dice: “Somos serios cuando se trata de nutrición”. Su suculento
producto cubierto de azúcar contiene tres dulcificantes diferentes y,
según sus cálculos, contiene un 56.45 por ciento de “sucrosa y otros
azúcares”. Sumemos a esta la cifra que ellos dan de “almidón y
carbohidratos”, 31.75 por ciento y tenemos un cereal ( ? ) que consiste
en 88.2 por ciento de almidón, azúcar y carbohidratos refinados ¿Serios
cuando se trata de nutrición? También hay otro pequeño problema cuando
se ingiere tanta azúcar.
¿Cuál es?
Que le puede causar a uno
la muerte. No hay duda de que la diabetes mellitus, conocida como
“diabetes de azúcar”, es ocasionada por el consumo excesivo de azúcar
refinada
y, en menor grado, de carbohidratos refinados. Veamos en qué consiste
la diabetes, para ver qué papel juega el azúcar en su origen. Cuando se
consume azúcar
refinada, y ésta penetra
en el torrente sanguíneo, el páncreas produce una sustancia química
llamada insulina, que regula el nivel del azúcar en la sangre.
La
insulina tiene efectos inmediatos en la reducción del nivel de azúcar en
la sangre, para proteger a los órganos vitales, incluyendo al cerebro,
de una sobredosis de azúcar.
Una cantidad excesiva de azúcar en la
sangre puede ocasionar un padecimiento que se conoce como coma
diabético, el cual puede producir daño rápido y permanente en el cerebro
y, después la muerte. Una cantidad excesiva de insulina, puede provocar
un choque insulínico, que también puede producir daño cerebral y la
muerte. Por eso el pobre diabético, durante toda su vida, oscila entre
el como diabético y el choque insulínico. Y todavía peor, los diabéticos
y sus parientes tienen que aceptar la realidad, no importa lo
desagradable que sea, si quieren tener una oportunidad para superar su
enfermedad. La diabetes, para un gran número de personas que la padecen,
significa una vida llena de gastos astronómicos, de terribles sorpresas
desagradables y de una muerte prematura.
No importa el cuidado
con que controle su dieta, no importa la constancia con que tome su
insulina, el diabético puede adquirir una grave infección a partir del
más leve rasguño, o puede empezar a sufrir gangrena en dedos de manos y
pies, así como en otras partes del cuerpo, sin previo aviso, teniendo
que sufrir su amputación. Es extremadamente vulnerable a la presión
sanguínea alta, existe una tasa inmensamente elevada de ataques
cardiacos entre los diabéticos y también la posibilidad de que queden
ciegos parcial o totalmente. La insuficiencia renal es otro peligro
serio que corren los diabéticos. Muchos diabéticos varones pueden
esperar una impotencia sexual total y permanente, la cual todavía no es
curable, ni existe tratamiento para ella. Hasta la tuberculosis ocurre
dos veces más entre diabéticos que entre los que no lo son. Y la
medicina “moderna” no tiene otra cosa que ofrecer al diabético que una
receta para una jeringa, una aguja y un frasco de insulina. El médico
prescribe una dieta, que ninguna persona normal podría seguir, y le da
otra cita para el mes siguiente. Este tratamiento es el que ha
enriquecido fabulosamente a los pocos laboratorios que producen la
insulina y, al mismo tiempo, ha convertido en adictos a la insulina a
los doce millones de diabéticos que se calcula que hay en Estados
Unidos.
Pero ¿por lo menos la insulina ayuda al diabético a vivir más?
Quizá
sí, en casos individuales. Sin embargo las estadísticas no apoyan eso.
En 1900, de acuerdo con informes de las compañías inglesas de seguros de
vida, la diabetes ocupa el vigesimoséptimo lugar, como causa de muerte.
La insulina se empezó a producir comercialmente en 1922. En 1950, la
diabetes ocupaba el tercer lugar, como causa de muerte. ¿Se deberá esto,
quizá, a que otras enfermedades se empezaron a controlar más, y la
diabetes siguió reclamando vidas? No es muy probable, porque, en 1900,
la tasa de mortandad por diabetes en Estados Unidos era de 12.2 por
100000 habitantes. En 1971, casi tres cuartos de siglo de “progreso” más
tarde, la tasa de mortandad por diabetes era de 18.5 por 100000
habitantes. A pesar del tratamiento “ moderno ” para la diabetes, a
pesar de la insulina, la tasa de mortandad por diabetes ha aumentado en
un ¡cincuenta y dos por ciento en los últimos setenta años!.
Pero
aunque el diabético sobreviva mucho tiempo, su enfermedad es muy cara.
El diabético en promedio gasta, por lo menos, diez dólares al mes en
insulina, agujas y jeringas. Una visita mensual al médico, junto con
pruebas de laboratorio, le cuesta un mínimo de treinta dólares
mensuales. Con que tenga una sobredosis de insulina, o una deficiencia
de ésta al año, la hospitalización le cuesta otros mil dólares. Por lo
tanto, si los diabéticos de Norteamérica solamente gastaran la mitad de
esa cantidad, o sea, alrededor de setecientos cincuenta dólares al año,
la suma alcanza la cantidad de nueve mil millones de dólares anuales.
Se
han elaborado medicamentos antidiabéticos orales, pero no han sido muy
efectivos, y ya se han retirado apresuradamente del mercado uno o dos de
ellos. Pero existe una manera para mejorar la salud del diabético que
no cuesta un centavo y que, en realidad, lo puede ayudar a superar con
demasía su enfermedad. ¿Cuál es ? Bueno, en primer lugar tenemos que
comprender que la diabetes no es simplemente una deficiencia de
insulina. De hecho el diabético tiende a tener más insulina que lo que
uno esperaría. La diabetes es el resultado del agotamiento del páncreas
debido a una constante sobredosis de azúcar
refinada
y carbohidratos refinados. Existen tantas pruebas de esto que es
increíble que se haya pasado por alto durante tanto tiempo. El resultado
que viene a continuación es la evidencia científica, incontrovertible,
que establece a la diabetes como el resultado del agotamiento
pancreático, debido al consumo excesivo de azúcares (y carbohidratos).
a.
La diabetes es casi desconocida en los países no industrializados
(incorrectamente llamados “primitivos”), que casi no consumen azúcar y
carbohidratos refinados.
b. Tan pronto como las poblaciones de estos
países empiezan a consumir azúcar y carbohidratos refinados, la diabetes
empieza a tomar auge. Generalmente, existe un periodo de veinte años a
partir del principio del consumo de azúcar
refinada, hasta la incidencia en gran escala de epidemias de diabetes.
c.
Como corolario al inciso número 2, el periodo latente en el individuo
promedio, también es de veinte años empezando con el consumo fuerte de
azúcar en la niñez.
d. Se ha empleado mal la creencia de que la
diabetes tiene un componente hereditario, para insistir en que la
cantidad de azúcar
refinada que se
ingiere, no tiene nada que ver con la enfermedad. Eso no es verdad.
Escuchemos lo que dicen libros de referencia aceptados como es The Merck
Manual of Diagnosis and Treatment:
“A pesar de que desde hace mucho
tiempo se ha reconocido la existencia de un componente genético en los
diabéticos, la forma en que éste se puede heredar todavía no se ha
definido. Los datos epidemiológicos se inclinan más hacia un patrón
autosómico recesivo, aunque no queda excluido un modelo hereditario
multifactorial”.
¡Uf! Es tranquilizante. En realidad, puse a mis
mejores traductores a trabajar en este manifiesto y así es como quedó en
lenguaje accesible: “Los médicos han notado que la tendencia hacia la
diabetes se repite dentro de la misma familia, pero no saben exactamente
cómo sucede esto. Después de revisar y estudiar a muchos diabéticos
parece que los genes recesivos tienen algo que ver, pero nadie sabe en
realidad qué es lo que pasa”.
Está bien, regresemos a la realidad. Si
los padres consumen mucha azúcar, el hijo que se sienta a la mesa con
ellos también la consumirá en grandes cantidades. Todos tenemos un
organismo diferente, y un páncreas diferente, por eso algunas personas
pueden asimilar más azúcar que otras. Pero si mamá y papá le dan a su
bebé una fórmula láctea que contiene más de la mitad de azúcar y lo
crían con “alimento” para bebes que ya viene preparado, las
probabilidades de que ese niño padezca diabetes cuando crezca son
mayores. Y si después sigue tomando “cereal”, del que ya hemos hablado,
que contiene 56.45 por ciento de azúcar, ¿qué le espera al pobre niño?
Se
han llevado a cabo estudios científicos meticulosos y responsables, en
los que se han rastreado los orígenes de la diabetes en razas que,
alguna vez, se encontraron totalmente libres de dicho padecimiento, y se
ha llegado al momento en que su consumo de azúcar
refinada
empezó a aumentar. Estos estudios abarcan las siguientes naciones:
Islandia, Israel, Sudáfrica, la India, Trinidad, los esquimales de
Canadá, los esquimales de Groenlandia, Bangladesh, los indios
cheroquíes, Yemen, Nueva guinea, Polinesia y varias docenas más.
En cada caso los resultados fueron idénticos: virtualmente cero diabetes hasta que el grupo empezó a consumir azúcar
refinada en grandes cantidades, de treinta y cincuenta kilos al año, o sea, un poco menos que lo que consumen los norteamericanos.
e.
Un experimento opuesto a éste se llevó a cabo en la Primera y Segunda
Guerras Mundiales. Era muy difícil obtener, en esas épocas, azúcar
refinada
y carbohidratos refinados y, tanto la tasa de incidencia como la tasa
de mortandad de la diabetes, disminuyeron impresionantemente. Si la
diabetes es una enfermedad hereditaria, ocasionada por la falta de
insulina, ¿Cómo es posible que simplemente privándose de azúcar y
carbohidratos refinados, se cure la diabetes que se supone proviene de
los tatarabuelos?.
6 Ese polvo blanco cristalino, llamado azúcar, ha
ocasionado más sufrimientos y muertes en la raza humana que el polvo
blanco cristalino, llamado cocaína. Si uno vende un kilo de cocaína, se
convierte en criminal y tiene que pagar una pena de veinticinco años de
cárcel. Si uno vende un kilo de azúcar se convierte en tendero, y se va
dos semanas a Miami, durante el invierno. 6. En 1949 apareció un extraño
artículo en una revista médica inglesa, que sugería que la causa de la
diabetes era una cantidad exagerada de grasa en la dieta. El autor hacia
sus razonamiento basándose en que durante las guerras también las
grasas eran difíciles de obtener, mientras que los carbohidratos todavía
abundaban en la alimentación. El pasaba por alto un hecho vital: los
únicos carbohidratos que se podían obtener durante las guerras eran
carbohidratos no refinados de alta fibra, los cuales no producen
diabetes. Pero ¿no nos dijo usted que iba a decirnos como prevenir la
diabetes y cómo mejorar la salud de los diabéticos? Seguro. Pero antes
déjeme hacer una importante aclaración este libro no intenta dar consejo
o sugerir tratamientos.
La diabetes mellitus es una enfermedad
seria, que requiere de la constante supervisión de un médico calificado y
experimentado en el tratamiento de esta enfermedad. (Además de la
importancia que tiene esta aclaración, la editorial insistió en que la
hiciera para evitar que algún chiflado la demande. Yo creo que esto
estimula a los tontos a demandar, porque el lenguaje legal estimula los
reflejos en cualquier parte, hasta en un libro sobre nutrición).
Bien,
ahora regresemos a nuestro asunto. En primer lugar, para salvar a sus
niños de la diabetes vaya a la despensa de su cocina y tire todo lo que
contenga azúcar
refinada. Lea las
etiquetas y si encuentra cualquiera de estas palabras tire el recipiente
y el contenido; sucrosa, fructuosa, glucosa, maltosa, lactosa,
galactosa, miel de caña, miel de maíz, azúcar de maíz, azúcar invertida,
dextrosa y cualquier otra cosa que sugiera azúcar
refinada.
Deshágase de la mayonesa, de la salsa catsup, de todos los refrescos,
de todos los cereales para el desayuno que contengan azúcar, de todos
los “pays” comerciales, pasteles, dulces, galletas, bocadillos y postres
de gelatina comerciales, y de todo aquello que sea fuente oculta de
azúcar
refinada.
Tire todo el pan
blanco de imitación, a menos que el vendedor pueda certificar que no
contiene azúcar de ningún tipo. (¡Buena Suerte!). En resumen, que su
hogar quede lo más libre posible de azúcar
refinada.
Al final de este capítulo mencionaremos el tipo de dulcificantes que se
pueden usar sin correr riesgo . Después, siga el mismo procedimiento
con respecto a todo tipo de carbohidratos refinados. Deshágase de todo
lo que contenga harina blanca
refinada. Tire el arroz blanco, la harina blanca y las pastas de harina
refinada,
aunque sean de color amarillo. También los tallarines y los macarrones
blancos, y cualquiera de las cincuenta variedades de pastas, que puede
haber en casa. Puede consultar el capítulo acerca de los carbohidratos
para mayores detalles.
Pero, ¿no es eso desperdiciar la comida?
Si
no hace eso, la “comida” lo va a desperdiciar a usted. Hablando
honestamente y objetivamente, usted solamente está tirando
falsificaciones de alimentos que han sido adulterados con sustancias que
no son buenas para su organismo. Sé que se siente tentado de darle eso a
los pobres, pero no lo haga, a menos que tenga algo en contra de ellos.
Y sobre todo, no se lo de al perro. Por una razón, la basura
refinada
que está usted tirando, probablemente no llena los requisitos que el
Departamento de Agricultura de Estados Unidos establece para los
alimentos para animales. Y se puede meter en problemas. Y por otra
razón, siendo los perros lo que son, el suyo probablemente se lo comerá,
y usted no quiere que enferme ¿verdad?. Después de que haya restaurado
la razón y la cordura en su cocina, establezca una dieta de alta fibra
para su familia
¿Tiene usted pruebas de que esta dieta ayuda a prevenir la diabetes?
Bueno,
definitivamente no ocasionará diabetes. Y, basado en evidencia
científica abrumadora, es la única y más efectiva medida que puede uno
tomar para proteger a sí mismo y a su familia contra esta terrible
enfermedad. Desde luego que ya ofrecen páncreas artificiales a diez mil
dólares, más la instalación y el mantenimiento, pero tampoco eso es la
solución. Si usted ya es diabético, dígale a su médico que estudie las
nuevas e importantes técnicas de tratamiento para la diabetes, junto con
una dieta alta en carbohidratos y de alta fibra. En realidad, solo
consiste en darle al diabético una dieta normal, compuesta de
carbohidratos no refinados y mucha fibra. En esta dieta no se consume
azúcar, que es más de los que se puede decir de las dietas oficiales
para diabéticos. ¿Quiere usted decir que las dietas usuales para
diabéticos contienen azúcar? Si, y mucha. La Asociación Norteamericana
para Diabéticos, proporciona una serie de dietas, 7 que casi todos los
médicos del país que tratan la diabetes usan. Si es usted diabético,
probablemente su médico le dará una dieta de dos mil doscientas
calorías, que le permitirá tomar diez porciones al día de los siguientes
platillos: helados, bizcochos, pan blanco (diez por ciento de azúcar
¿recuerda?), las galletas “graham” y pan de maíz.
Todos estos alimentos contienen mucha azúcar
refinada.
Estos mismos artículos contienen abundancia de carbohidratos refinados,
incluyendo también las galletas saladas de todo tipo , macarrones,
pastas, tallarines, “cereal” para desayuno y puré de papas
. Algunos
de estos últimos alimentos también contienen una buena dosis de azúcar.
Además, esa famosa dieta para diabéticos permite tomar ocho porciones al
día de mayonesa o aderezo francés para ensalada, todos ellos
conteniendo más azúcar
refinada que la
que un diabético debe tomar. Pero eso no es todo. La misma dieta incluye
ocho porciones al día de alimentos como salami, fiambres, jamón y hot
dogs, todos con un alto contenido de azúcar
refinada.
Uno puede terminar con crema de maní, que generalmente tiene una buena
cantidad del mismo polvo cristalino blanco, el cual puede significar la
muerte para el diabético.
Pero entonces ¿la insulina no
contrarresta esa azúcar? No. La insulina simplemente evita que el azúcar
proveniente de la dieta, no se acumule en el torrente sanguíneo
ocasionándole una muerte inmediata a la persona. Ninguna dieta que
proporcione cantidades exageradas de azúcar
refinada al organismo afectado de una diabético, le hace ningún bien.
7.
Krause M. V., Food Nutrition, and Diet Therapy, filadelfia W. B.
Saunders Co., 1969, pág. 302. Otro enfoque mucho mejor, sería eliminar
toda el azúcar
refinada de su dieta, así
como todos los carbohidratos. En esta forma la poca insulina que el
páncreas dañado todavía pueda producir, será suficiente para asimilar,
el azúcar, sin la necesidad de la inyección de insulina embotellada,
extraída del páncreas de animales muertos.
El tratamiento diabético
de la diabetes, se basa en el hecho de que el diabético puede producir
hasta el sesenta por ciento de la insulina que necesita. Si se le dan
carbohidratos sin refinar su páncreas dañado podrá hacer su trabajo más o
menos bien. Pero si se le abruma con helado, bizcocho y galletas
saladas no tendrá oportunidad de hacerlo. Es como pedirle a alguien que
mueva doscientos cincuenta kilos de un lado a otro de la habitación. Si
trata de hacerlo de una sola vez se puede rasgar un músculo, elevar su
presión sanguínea, provocarse una hernia y quizá hasta un ataque
cardiaco. Pero si mueve doce kilos cada vez, no hay esfuerzo. Muchos
diabéticos pueden hasta asimilar carbohidratos no refinados, en
cantidades razonables, si además consumen cantidades generosas de fibra.
En algunos experimentos una dieta de alta fibra con carbohidratos no
refinados ha permitido a algunos diabéticos dejar la insulina por
completo, y a otros, reducir enormemente la cantidad necesaria de ella.
a.
La diabetes es una enfermedad común, cuya incidencia va en aumento en
los países industrializados, ésta se relaciona directamente con el
consumo de azúcar
refinada y de carbohidratos refinados.
b. La diabetes es una enfermedad virtualmente desconocida en las sociedades que no consumen azúcar
refinada o carbohidratos refinados.
c.
Las personas pertenecientes a dichas sociedades que empiezas a ingerir
grandes cantidades de azúcar y de carbohidratos refinados también
empiezan a padecer de diabetes. d. La insulina no es una cura para la
diabetes. La insulina ni siquiera es un tratamiento efectivo para la
diabetes. La insulina les da a los diabéticos, y a los médicos, la
peligrosa ilusión de que pueden tomar azúcar y carbohidratos refinados,
sin dañarse a si mismos.
e. Las pruebas han demostrado que las dietas
de alta fibra, libres de azúcares refinados o de carbohidratos
refinados, pueden disminuir o eliminar la necesidad de insulina en los
diabéticos.
f. La mejor forma de prevenir la diabetes es seguir el
ejemplo de las llamadas sociedades primitivas, y eliminar lo más
completamente posible el azúcar
refinada y los carbohidratos refinados de la dieta, y especialmente de la dieta de los niños.
g.
El logro más impresionante de los tratamientos “modernos”, para la
diabetes, es que la tasa de mortandad ha aumentado en ¡un cincuenta y
dos por ciento en los últimos setenta años! Pero hay algo peor que esto.
En 1900 no había antibióticos, ni hospitales modernos. No existía la
prueba de la orina para el azúcar, no había computadoras médicas de
millones de dólares y no había superespecialistas en diabetes.
Generalmente, un simple rasguño, o una uña enterrada del pie, eran
motivo suficiente para mandar a un diabético a la tumba.
Hoy día
tenemos todo, incluyendo la insulina, y mueren un cincuenta por ciento
más de diabéticos, que al principio del siglo. ¿Qué podrían ser los
bizcochos y las galletas saladas?
¿O podría ser la insulina?.
h.
Detrás de la tasa de mortandad tan astronómicamente alta de la diabetes,
se encuentran cifras todavía más impresionantes, ya que la mayoría de
los diabéticos mueren de infartos, de insuficiencia renal y de ataques
cardiacos, ocasionados por la misma enfermedad.
8. Kiehm T.G.,
Anderson J. W.. y Kyleen, W., Efectos benéficos de una dieta de alto
contenido de fibra y de alto contenido de carbohidratos para hombres
diabéticos hiperglucémicos. American Journal of Clinical Nutrition.
Pero, ¿El azúcar refinado no tiene por lo menos algún valor alimenticio?
Aquí tenemos las cifras y las proporciones directamente de los archivos
del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La comparación se
hace entre treinta gramos de azúcar
refinada
granulada y treinta gramos de melaza, miel de caña, pilón, piloncillo,
panela o chancaca. Se usa la melaza, porque el azúcar no
refinada
o azúcar morena, llamada equivocadamente “azúcar cruda”, se considera
contrabando en Estados Unidos. Pero, en realidad, el azúcar morena tiene
aún más valor nutritivo que la melaza Considere el cuadro que se
adjunta más abajo. Minerales en Azúcar
Refinada y Miel de Caña (1, 3)
Minerales
Azúcar :Calcio cero; Fósforo cero; Hierro cero ; Potasio 0.85 : Sodio 0.28 . Vitaminas: Tiamina 0; Riboflavina cero; Niacina.
Miel
de caña: Calcio 195 mgrs.; Fósforo 24 mgrs.; Hierro 4.6 ; Potasio 836
mgrs.; Sodio 27 mgrs.; Vitaminas: Tiamina 0.3; Riboflavina 0.5 Niacina
57 mgrs.
Ahí lo tienen, amigos. Cuando comen azúcar no están comiendo nada.
9.
No se deje engañar por los valores del sodio y del potasio. Son las
sustancias químicas más comunes sobre la tierra, se encuentran en todo.
Hasta esta hoja de papel tiene más sodio y potasio que medio kilo de
azúcar
refinada.
Pero el azúcar morena tampoco parece tener mucho en lo que respecta a nutrientes ¿no es así?
Lo
que tenga, lo tiene porque el Creador lo puso en ella, y puede estar
seguro de que están presentes otros elementos nutritivos que todavía
tienen que descubrir nuestros insignificantes intentos de investigación
científica. Y no desprecie ese medio miligramo de niacina natural pura
en cada treinta gramos, o esos ciento noventa y cinco miligramos de
calcio orgánico, o esos veinticuatro miligramos de fósforo, o esos 4.6
miligramos de hierro.
Uno obtiene todo eso por nada, ayuda en la
digestión del dulcificante y es más de lo que se obtiene de esa basura
que es el azúcar
refinada.
¿Por qué no se puede conseguir azúcar morena en Estados Unidos?
Porque
el azúcar morena se vendería a un precio más bajo que el azúcar blanca,
con apariencia de cocaína, y eso no es bueno para la economía. En los
libros de texto, acerca de nutrición, se encuentra una afirmación
atemorizante, que el azúcar “cruda” es “sucia”, que está llena de tierra
e insectos y de otras cosas horribles. Desde luego, esto es por la
forma en que las compañías azucareras la manejan y la transportan. Ellos
la podrían limpiar y después venderla. El azúcar morena se vende en
doscientos países en todo el mundo, y la gente que la consume está más
sana que los niños de aquí. Pero existe otra peculiaridad en la ley
norteamericana, al mismo tiempo que el azúcar morena no se puede vender,
el azúcar
refinada tampoco se puede importar. Esto es porque el azúcar
refinada importada es más barata, que el azúcar
refinada
norteamericana, y a los ingenieros azucareros de Estados Unidos, les
gustan las utilidades. A finales de 1977, éstas no fueron malas; dos de
los ingenios azucareros más grandes de Estado unidos, alcanzaron el
doscientos cincuenta por ciento, y el mil ciento veinte por ciento. 10
10. Amstar and Great Western United.
Si el azúcar
refinada
es tan mala, ¿por qué no enriquecerla? Mmmmmm. Ya entiendo. ¿Cómo la
harina blanca “enriquecida”. O el arroz blanco “enriquecido”? Primero se
gastan millones de dólares al año para quitarle todo rastro de valor
alimenticio al azúcar, y después gastan más millones de dólares para
agregarle algunas vitaminas inferiores. Poner en la etiqueta
“enriquecida” y recuperar todo el dinero, o más, de lo que pagan las
pobres mamás y los pobres papás, que quieren que sus chicos crezcan
sanos y fuertes. En la década de los años sesenta, se hizo un débil
intento por enriquecer el azúcar. Una pequeña compañía azucarera le
agregó yodo, hierro, algunas vitaminas del complejo B y algo de vitamina
A. Pero ese guardián de la salud de nuestra nación, la Dirección de
Alimentos y Medicamentos, actuó rápidamente. Confiscó el azúcar, declaró
que estaba marcada falsamente y llevó ante los tribunales a los que la
habían “enriquecido” 11 El azúcar “enriquecida” salió del mercado
rápidamente. Pero, mientras tanto, siempre existe otra nueva fuente de
azúcar por descubrir. Si uno fuma, infiere gran cantidad de azúcar que
contiene el tabaco, aunque no lo diga en la etiqueta (los diabéticos,
tomen nota). La mayoría de los cigarrillos contienen un cinco por ciento
de azúcar, los puros contienen un veinte por ciento y el tabaco para
pipa puede llegar a tener hasta cuarenta por ciento de dulcificantes. En
lugar de fumar el tabaco, ¿por qué no espolvorearlo sobre el cereal por
las mañanas? (Respuesta: porque probablemente el cereal ya tiene
demasiada azúcar). 11. La acusación de “falsificar una marca” es una
especialidad de la Dirección de Alimentos y Medicamentos. De acuerdo con
información que recibí, en una tienda de nutrición había varias copias
de mi libro The Save-Your-Life Diet en uno de los estantes y a menos de
seis metros había un anuncio de salvado. La Dirección de Alimentos y
Medicamentos alegó que mi libro estaba “falsificando la marca” de
salvado, o que el salvado estaba “falsificando la marca” de mi libro, no
recuerdo. Parece que los seis metros constituyen la distancia mágica,
como los treinta centímetros en que las chaperonas insistían que las
parejas que bailaban debían dejar entre sí. No sé si quemaron mis libros
o quemaron el salvado, pero si lo que querían era una copia gratis, lo
único que tenían que hacer era pedírmela. Ah si, supongo que si este
libro se pone a la venta a seis metros de cualquier producto alimenticio
la Dirección hará otra fogata. Mmmmm.
Bueno, si el azúcar es tan
horrible ¿qué tal los dulcificantes artificiales? ¿Como los ciclamatos?
Buena suerte. En un arranque de cordura el Congreso Norteamericano
elaboró una medida llamada: “Enmienda a los aditivos alimenticios”, que
contiene una sola oración que debería salvar millones de vidas. Se llama
la “Cláusula Delaney” y dice así: “Ningún aditivo se puede considerar
seguro si se encuentra que induce al cáncer cuando el hombre o los
animales lo ingieren o si se encuentra, después de las pruebas
apropiadas para la evaluación de la seguridad de aditivos alimenticios,
que induce al cáncer en hombres o en animales”. Las principales
compañías alimenticias han lanzado una campaña masiva en contra de la
Cláusula Delaney, porque les gusta poner en los alimentos cosas que
producen cáncer. Pero, ¿esa no es una afirmación irresponsable?
No.
El dietilestilbestrol ocasiona cáncer en las humanos y en los animales
de laboratorio. El número 2 rojo ocasiona cáncer en los animales de
prueba. Los ciclamatos ocasionan cáncer en los animales de laboratorio.
Entre estos aditivos alimenticios menos conocidos, pero igualmente
letales están:
El aceite de cálamo (un saborizante): cáncer en los intestinos.
El safrol (un agente saborizante): cáncer en el hígado.
La tiourea (un preservador): cáncer en el hígado
El dietilpirocarbonato (un preservador para las bebidas): cáncer
Todos
estos aditivos estaban presentes en los alimentos en cantidades
peligrosas, todos ocasionan cáncer. Algunos de ellos finalmente, ya no
se agregan a los alimentos, pero sólo después de una gran batalla contra
los procesadores de alimentos y contra los vendedores de éstos. Existen
casi cinco mil sustancias químicas exóticas que se le agregan a los
alimentos en la actualidad y, muchas de ellas, son sospechosas de ser
posible causa de que el consumidor termine sus días en un hospital para
cancerosos. Ahora que se han eliminado los ciclamatos, aunque los
elaborados de alimentos todavía pelean por volverlos a usar, el
principal dulcificante artificial en Estados Unidos es la sacarina. En
1879 Constantin Fahlberg e Ira Remsen descubrieron la sacarina. Proviene
del alquitrán de hulla, una sustancia negra pegajosa y de consistencia
gomosa que se deriva del carbón mineral. (por cierto, esos colorantes
artificiales que producen cáncer también provienen del alquitrán de
hulla). En 1907, bajo la presidencia de Teddy Roosevelt, se estableció
la Junta de Inspección de Alimentos y Medicamentos (la precursora de la
Dirección de Alimentos y Medicamentos). El doctor Harvey Wiley fue el
primer director, y su primer acto oficial fue prohibir el uso de la
sacarina en los alimentos, por ser una sustancia química peligrosa.
Si se prohibió, ¿cómo es que mi bebida dietética tiene sacarina?
Gracias
al testarudo Teddy Roosevelt, quien, cuando supo que la sacarina
quedaba prohibida, montó en cólera, pues siendo un poco regordete, le
gustaba usarla en su café. Por lo que nombró una comisión, para que
volviera a evaluar el peligro de la sacarina. Y adivine quién estaba en
la comisión. Un pequeño hombre llamado Ira. Remsen, el padre de la
sacarina. Desde luego, se podía predecir que la comisión iba a decidir
que no había peligro en el uso de la sacarina, y por eso se encuentra en
todo. Pero probablemente no se encuentre en todo durante mucho tiempo
más, porque en Canadá, donde aparentemente a la gente no le gusta la
idea de morir de cáncer, revisaron las historias médicas de las personas
que usaban sacarina. Después de estudiar a un grupo de cuatrocientos
ochenta hombres, los investigadores llegaron a la conclusión de que los
consumidores de sacarina tenían ciento setenta por ciento más de
probabilidades de padecer cáncer, que los que no lo consumían. Eso
parece ser lo que trata la Cláusula Delaney, ¿no es así? De cualquier
modo, yo no consumo sacarina. No se la doy a mi familia y le digo a
todos los que aprecio que no la usen. Usted fórmese su propio criterio.
Entonces, ¿qué tipo de dulcificante es bueno y seguro?
Esta no es una
pregunta difícil de contestar basados en lo que ya sabemos. El único
tipo de dulcificante al que el cuerpo humano está adaptado, con base en
sus miles de años de adaptación química y fisiológica, es el
dulcificante natural, no refinado. La forma ideal de satisfacer su gusto
por lo dulce es mascando caña de azúcar o remolacha (frutas). Los
músculos de su maxilar se habrán cansado mucho antes de que el organismo
engorde o se enferme, y el jugo de caña, o de remolacha, que se extrae
de esta forma no puede hacer ningún daño (Los que cortan la caña de
azúcar en todo el mundo, mastican caña mientras trabajan y nunca sufren
de enfermedades causadas por el azúcar, como las que padecen los que
consumen azúcar
refinada). Pero si usted
no vive cerca de un cañaveral, la melaza (miel de caña o chancaca,
piloncillo o panela) es el producto más cercano de que se puede disponer
y que casi no está refinado.
No se puede conseguir azúcar “cruda”, a
menos que la quiera pasar de contrabando por la frontera. Lo que
generalmente se vende como azúcar cruda es azúcar blanca
refinada a la que se le agrega melaza. Olvídela. También e azúcar morena y todo el resto de las imitaciones.
La miel es un dulcificante excelente, si es pura y no está
refinada. Un truco favorito de los productores de miel es agregarle azúcar
refinada
y agua a la miel. Eso no es bueno. Pero la miel sin adulterar y sin
hervir, es un dulcificante excelente. Sin embargo, eso no quiere decir
que sustituya los setenta y cinco kilos de miel. La idea es eliminar la
mayor cantidad posible de azúcar de la dieta y los dulcificantes se
deben usar según su propósito original, en muy pocas cantidades como las
especias y saborizantes.
Pero, ¿en verdad tengo que dejar de tomar azúcar
refinada?
Solamente
si quiere ayudarse a sí mismo a evitar algunas de las siguientes
enfermedades: diabetes, obesidad, ataques cardiacos, caries dentales,
infecciones orales y vaginales, infecciones urinarias crónicas y ceguera
total.
Veámoslo de la siguiente manera; si alguna compañía
procesadora de alimentos usara un aditivo alimenticio que fuera
peligroso solamente en la décima parte que lo es el azúcar
refinada, la Dirección de Alimentos y Medicamentos lo prohibiría en menos de veinticuatro horas.
Piense en eso.